Comentario a "La Belle Dame Sans Merci" de Keats

La Belle Dame Sans Merci

  

I
¿De qué adoleces, caballero,
tan sólo y pálido vagando?
Del lago el junco se ha secado,
y no cantan los pájaros.


II

¿De qué adoleces, caballero,
desmejorado y miserable?
La ardilla ha llenado su granero,
se ha dado la cosecha.


III

Un lirio veo sobre tu frente
de helada angustia y fiebre en vaho,
y en tus mejillas una rosa
también se ha marchitado.


IV

Traté a una dama en la pradera,
hermosa y bella – un hada niña.
De pelo largo y pies ligeros,
salvaje la mirada.


V

Tejí guirnaldas en su frente,
pulsera y cinto perfumados.
Y me miró cual si me amara,
gimiendo dulcemente. 


VI

En mi corcel la hube sentado,
y en todo el día no vi más nada.
Pues de soslayo ella entonó,
una canción de hadas. 


VII 

Halló por mí raíces dulces,
y miel silvestre y maná fresco.
Y en una extraña lengua dijo:
“En verdad que te amo.” 


VIII 

Y me llevó a su cueva de elfos,
cayó en lamentos y sollozos.
Y yo cerré sus fieros ojos,
con abundantes besos. 


IX 

Y me arrulló hasta que dormí,
y ahí soñé lo más horrible
que haya soñado alguna vez,
en esta fría ladera. 


X 

Vi Reyes pálidos, Princesas,
Guerreros: todos cadavéricos,
gemían: “la bella dama sin
piedad te tiene preso.”


XI 

Hambrientos labios en las sombras,
me dieron su hórrida advertencia.
Y desperté: me encontré aquí,
en esta fría ladera. 


XII 

He ahí el porqué aquí permanezco,
tan sólo y pálido vagando.
Si bien del lago el junco se ha secado,
y no cantan los pájaros.

Versión al español: Milton Medellín



La belle dame sans merci es una balada publicada en 1820 por John Keats que rescata el motivo de Lilith, la bella horrible. En el presente comentario, me centraré principalmente en la dimensión semántica del texto, que es la que permitirá comprender la función de este elemento dentro del poema.

Sin embargo, para comprender su significado, es necesario remontarse al origen del mito: las diosas mesopotámicas Inanna e Ishtar y también las bellas horribles de la mitología griega: Perséfone, las amazonas, las sirenas y Medusa, cuya influencia recoge Keats.  Así, Lilith será bella y horrible, sensual y bélica, seductora y cruel.

 No obstante, la influencia decisiva en la balada del poeta inglés viene del Génesis e Isaías donde aparece como un monstruo nocturno peludo:



Los gatos salvajes se juntarán con las hienas y un sátiro llamará a otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso (Is 34,14).



            Y es que la noche, lo oscuro, reaparece como elemento fundamental en el poema del siglo XIX.  

En el marco bíblico Lilith se contrapone a Eva. La oposición entre ambas figuras de maldad hace que la culpa no caiga enteramente sobre Eva y que aparezca como una figura más respetable. Lilith sería pues “la otra.” A esa conclusión llega Auraix-Jonchière (Lilith, Avatars et metamorphoses d’un mythe entre Romantisme et Decadence) :



Activité / passivité, autonomie / subordination, absolu/relatif, immortalité / mortalité, autant de binômes antinomiques qui permettent de distinguer Lilith d'Ève, ce qui signifie que Lilith est autre. Figure de l'altérité, de la rupture et de l'absolu, elle excède les normes et les lois (2011: 5).



Es esta « figura de la alteridad » la que encontramos en el poema de Keats. Este se estructura en dos partes: en la primera (tres primeras estrofas) el narrador de la balada contextualiza la narración in extrema res, lo que refuerza la sensación de irrevocabilidad de la situación y la segunda (las nueve últimas) en que el caballero-víctima narra la seducción de la “bella horrible” que le condujo a su situación actual –y definitiva. El elemento narrativo se hace, como veremos, fundamental.

 En la primera parte el narrador, una voz externa, inquiere al caballero la razón de su desgracia: “O what can ail thee, knight-at-arms,/alone and palely loitering?” (vv.1-2). Describe el paisaje invirtiendo el tópico del locus amoenus: “The sedge has wither’d from the lake,/And no birds sing” (vv. 3-4). Sería más bien el locus terribilis, decadencia que se corresponde con la apariencia del caballero, quien ya no es fuerte y valeroso sino “haggard and so woe-begone” (v. 6). La vida se ha extinguido en la naturaleza y en el hombre.

En la segunda parte, conocemos la respuesta del caballero: “I met a lady in the meads” (v. 13). Así comienza la descripción de la mujer “de los prados” por parte del caballero. Encontramos en ella los rasgos de la mujer fatal, arquetipo que toma como punto de partida a la Lilith hebrea y que se terminaría configurando en el fin de siglo a partir de las aportaciones de los simbolistas: es bella, tiene el cabello largo y los ojos salvajes (“wild”, v. 16).

 El caballero queda subyugado por su belleza. La seducción continúa con la mirada de la mujer fatal –“She look’d at me as she did love” (v. 19)- que remite a la griega Medusa y con el canto que evoca la forma de seducción de las sirenas: “sidelong would she bend, and sing/a faery’s song” (vv. 23-24).

 En la siguiente estrofa, aparece un nuevo mitema, que no encontramos en los rasgos de la primera Lilith ni de las bellas horribles de la mitología griega: se trata del exotismo, que asentaría un campo fértil para la producción poética del Simbolismo (recuérdense los raros perfumes, las piedras preciosas y los viajes asociados a la mujer fatal de Baudelaire). En la balada de Keats, el “extrañamiento” de lo exótico aparece a través de la miel y el maná (vv. 25-26) y de esa lengua Otra que habla la mujer: “in language strange she said-/ “I love thee true” (vv. 27-28).

 El engaño de la mujer de los prados culmina con su llanto. El caballero cae en la trampa: piensa que él es el caballero que puede salvarla cuando en realidad es la víctima: “She lulled me asleep,/and there I dream’d –Ah! Woe betide!/The latest dream I ever dream’d” (vv. 33-35).

            Solo en su sueño descubre el caballero que se ha convertido en un esclavo; pero él no ha sido la primera y única víctima: reyes, princesas y guerreros muestran la misma palidez mortal que él tendrá para la eternidad. El caballero describe su sueño, concretamente los labios abiertos (“With horrid warning gaped wide” v. 42) y hambrientos (“starved” v. 41) de los seducidos.

            El poema concluye con una diseminación recolectiva, que obedece a la narración in extrema res: reaparecen en forma conclusiva los rasgos descriptivos de la primera parte, cuando la voz externa introducía el relato del caballero: “Alone and palely loitering” (v. 46) y “the sedge is wither’d from the lake,/And no birds sing” (vv. 47-48).

 En conclusión, vemos a partir de la estructura y la dimensión semántica del poema cómo Keats recoge los mitemas estructurales de la primera Lilith (salvaje, oscura, bella y cruel con los hombres) y continúa la tradición reafirmando su condición de “Otra” a partir del exotismo y el mundo onírico asociados a ella. De esta forma, aumenta su sensualidad o, mejor dicho, se adapta al contexto de decadencia y esteticismo del siglo XIX, tendencias que se llevarán al extremo en el Simbolismo francés. Por eso Keats se puede considerar un lúcido preludio de lo que será la mujer fatal en el fin-de-siècle: el ser sobrenatural que está condenado y condena.

Comentarios

  1. ¡Gran descubrimiento de blog! Muy buen análisis, no esperaba aprender tanto en tan poco tiempo.

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    1. ¡Qué alegría! Te aseguro que es muy gratificante recibir comentarios así, Sueño. ¡No nos pierdas la pista!

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  2. Qué tema tan interesante! Espero más comentarios de este tipo para profundizar en más obras literarias 😉🏆

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